+ Las promesas de campaña no se han cumplido
+ Conocer la Historia, básico para avizorar el futuro
+ Falta visión de Estado ante la crisis económica que viene
ES LA HORA
Francisco Rojas
Diciembre es el mes de la reflexión y de los buenos deseos. Del recuento y de los propósitos para el siguiente año. Del compromiso con uno mismo. Sin embargo, también es momento para decir alto y decir ya es hora.
Es hora de tomar decisiones y no postergar más el debate sobre temas que afectan la vida pública de nuestro país; de encarar los problemas con seriedad; del reconocimiento de la diversidad en la unidad; del respeto a las ideas sobre todo del que piensa diferente y de hacer un llamado a todos los actores políticos y sociales para que con voluntad se alcancen soluciones realistas con un enfoque integral, viables y adecuadas a nuestra realidad.
El año que concluye ha sido insólito: la polarización no ha cesado, las posiciones extremistas saltan a la menor provocación, el gobierno y los partidos políticos no terminan de acomodarse, las promesas de campaña no se cumplen y tal pareciera que hemos perdido la brújula nacionalista porque se voltea al exterior en busca de soluciones, olvidando que sin el conocimiento de nuestra historia no podemos avizorar el futuro.
Seguimos secuestrados por una delincuencia organizada que ha hecho que miles de mexicanos vivamos en el miedo y se deposita la solución únicamente en la acción de los cuerpos de seguridad del Estado, olvidando que también es necesario que la sociedad se involucre, pues somos los más afectados.
En materia económica seguimos descansando en la solidez económica herencia de los gobiernos priístas, sin que se aprecie una visión de Estado ante las crisis que se vislumbran y sin abandonar las recetas tradicionales. Se nos prometió un crecimiento de 7%, como la administración anterior y también seguimos esperando.
El empleo sigue siendo el talón de Aquiles; durante la campaña presidencial Calderón prometió ser el presidente del empleo, pero el IMSS reporta que durante este año se generaron más de 600 mil empleos, de los cuales únicamente 200 mil son permanentes.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo llevada a cabo por el INEGI señaló que la tasa de desocupación aumentó de 3.58% en noviembre de 2006 a 3.95% en julio de 2007, y la tasa de desocupación urbana pasó de 4.59% a 5.02% en el mismo periodo ¿Existe en realidad un avance cuando la mayoría de estos empleos son de carácter eventual?
El agropecuario es uno de los sectores con mayor rezago en el país; el actual gobierno invirtió en este ejercicio fiscal más de 176 mil millones de pesos a través del Programa Especial Concurrente. Sin embargo, más de la mitad de los recursos en este programa provienen de programas asistencialistas, que buscan mitigar los efectos de programas económicos que han abatido a los que menos tienen y que casi han destruido a la economía del sector social. ¿Qué es lo que necesita este sector, dinero para mitigar la pobreza o inversión para erradicar la pobreza?
En política social se sigue con el discurso de generar oportunidades para los marginados a base de acciones caritativas oficiales para mitigar los efectos de una política económica que no impulsa el crecimiento y, menos, establece medidas claras de redistribución del ingreso.
Por otro lado, el desgaste político provocado por la reforma fiscal se tradujo en un magro 1% del PIB de aumento en la recaudación. Esperemos que sea el inicio de una verdadera reforma que despretrolice a las finanzas públicas conforme a un esquema moderno, y no dudamos que se tendrá que hacer inmediatamente después de las elecciones de 2009.
En lo tocante a la reforma energética, hemos sufrido un bombardeo mediático para desinformar a la sociedad y convencerla de que Pemex es un caso perdido, un enfermo incurable y que, como dijo un legislador, la única cura es vender la mitad del cuerpo; mitad que, por cierto, recibirían gustosos los inversionistas privados, siempre y cuando les otorgaran las canonjías del caso.
Pareciera que los mexicanos ya no estamos dispuestos a cumplir con nuestra responsabilidad generacional, como se hizo en 1938; que tenemos que reconocer nuestro fracaso pidiendo ayuda al exterior, con ánimo derrotado. Ya es hora de que los mexicanos demostremos que siempre hemos sido capaces de enfrentar retos. Ya es hora que nos acordemos que el país lo heredamos de nuestros padres, pero que corresponde a nuestros hijos y nietos.
Hoy no es la hora de heredarle a nuestros hijos la idea del país que queremos. Es la hora de llevar a cabo las acciones pertinentes para hacer realidad el país que nuestros hijos y nietos reclaman. Esta es la exigencia que debemos enfrentar y a ella debemos responder con firmeza.
EL UNIVERSAL, 25 diciembre, 2007.- http://bit.ly/bnYvvt