29 de diciembre 2009:
No será fácil, barato ni rápido disminuir la emanación de dióxido de carbono que estuvo en la base de la industrialización del mundo desde mediados del siglo XIX, pero el costo de una reorientación programada y gradual hacia el uso de tecnologías limpias y el desarrollo de fuentes alternas a los hidrocarburos es muy inferior a las pérdidas económicas, ecológicas y humanas que encararía el mundo en caso de no hacer nada.
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Pero el riesgo principal es el desplazamiento de cultivos y la reducción de la oferta de alimentos con sus efectos sobre los precios internacionales de los granos básicos. Esta no es una opción pertinente cuando la mitad de la población mundial padece hambre, mal endémico en vastas regiones de África y América Latina. Pero hay alternativas promisorias, como la producción de segunda y tercera generación, que no compiten con el sector agropecuario por el uso de tierras cultivables, no utilizan agroquímicos ni pesticidas y reciclan el agua que se utiliza en el proceso.
México está en la franja de países que más sufrirán sequías prolongadas, inundaciones, huracanes, hundimiento de tierras y otras calamidades con el cambio climático. De allí nuestro interés y compromiso con el tema.