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Posts Tagged ‘Pozos’

+ Alertan los expertos de los riesgos encubiertos en iniciativa

+ Intenciones de abrir la puerta a discresionalidad  en contratos

+ ¿Sería Pemex sólo  un sumiso monoexportador de crudo?

FRAUDE A LA LEY

Francisco Rojas

Así llaman los expertos al intento de modificar la Carta Magna a través de leyes secundarias, principalmente con cambios en los artículos cuarto y sexto de la Ley Reglamentaria del artículo 27 constitucional. En el primero, los privados podrán refinar bajo contrato y ser permisionarios para transportar, almacenar y distribuir petrolíferos y petroquímicos básicos; en ambos casos podrán construir, operar y ser propietarios de ductos, instalaciones y equipos. Pemex debe solicitar permiso para participar en este mercado y ya sabemos la respuesta. También se da plena libertad para que los privados se conecten directamente del pozo a las plantas de gas.

Con el artículo sexto y el 46 de la Ley Orgánica de Pemex se abre la puerta a la discrecionalidad y confidencialidad para que empresas extranjeras exploren y desarrollen integralmente yacimientos mediante contratos incentivados, internacionalmente conocidos como risk contracts, aplicables no sólo en aguas profundas, Chicontepec y campos abandonados, sino también en aguas someras y en tierra. Con lo anterior, las empresas mexicanas pasarían sin duda a ser subcontratistas o a desarrollar trabajos marginales, perdiéndose la oportunidad de reimpulsar una industria nacional de construcción y partes petroleras, como sucede en Brasil y Noruega.

La cacareada autonomía de gestión queda en entredicho al nombrar el Ejecutivo cuatro consejeros profesionales, con funciones extraordinarias, que trascenderán el sexenio en su cargo y preservarían los intereses de quien los designó. Hacienda retiene facultades para condicionar y vetar endeudamientos y la pretendida autonomía presupuestal se otorgaría, conforme a los artículos transitorios, hasta el onceavo año después de expedida la Ley Orgánica, siempre que Pemex cumpla con ciertos montos de venta de bonos y metas de balance financiero y, el colmo, aunque obtenga ingresos extraordinarios, no podrá nunca aplicar más de 15 mil millones de pesos a inversiones o mantenimiento.

Este año, el gobierno a través del Congreso le fijó a Pemex un superávit primario de 15 mil millones de dólares, es decir, un excedente de ingresos que no puede gastar y que se ocupa para cubrir el déficit gubernamental. Pemex requiere invertir en cinco años 17 mil millones de dólares para construir dos refinerías y dar mantenimiento a todas las instalaciones y ductos, es decir, 3 mil 400 millones de dólares anuales, 23% del superávit primario de 2008; esa es la importancia de los recursos congelados, que seguramente crecerán dadas las tendencias de los precios del petróleo, y los candados que el gobierno impone como metas de balance financiero.

Los mitos caen: el efecto popote, el tesoro escondido y el futuro promisorio se complementan ahora con que Pemex se fortalece y no se privatiza. Privatizar no sólo significa vender edificios o instalaciones, sino también compartir la renta petrolera y el mercado interno; y Pemex se debilita y “enaniza” al crearse prácticamente una industria petrolera integrada privada, que impedirá absorber tecnologías y prácticas modernas de administración y marginará la investigación y el desarrollo tecnológico. Pemex se convertiría en administrador de contratos y, paulatinamente, sin decirlo, la parte industrial morirá de inanición y obsolescencia y únicamente quedará el sumiso monoexportador de crudo.

Pretenden consumar el fraude constitucional. Los que tienen compromisos los defenderán, pero los que todavía vemos a Pemex como un factor de unidad, dignidad y orgullo defenderemos el usufructo de la renta petrolera para los mexicanos, cuya memoria histórica se hará presente en 2009, por no hablar de 2012.

EL UNIVERSAL, 29 abri, 2008.- http://bit.ly/cPQ1pm

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+ En México, estudiado menos del 30% del territorio

+ La actividad petrolera es de largo plazo: 30 años

+ Explorar en aguas profundas, paulatino y sin riesgos

AGUAS PROFUNDAS

Francisco Rojas

Se ha estudiado menos de 30% del territorio nacional con posibilidades petroleras, determinando recursos prospectivos por 54 mil millones de barriles. Estos recursos son inferencias, analogías o hipótesis que hacen suponer la existencia de hidrocarburos, pero que requieren de pozos exploratorios para confirmar su existencia, así como aforos, caracterizaciones y estudios para cuantificar su monto y volverlos reservas posibles. Ulteriores estudios, perforaciones exitosas, infraestructura y trabajos modifican la clasificación hasta convertirlas en probadas desarrolladas.

La factibilidad de explotar comercialmente los recursos prospectivos es de cero, en los posibles de 15%, en los probables de 50%, en los probados por desarrollar de 95%, y las reservas probadas desarrolladas de 100%. Estas últimas, 10 mil millones de barriles, son las que alcanzarían para 10 años, al ritmo de explotación y exportación actuales. Adicionalmente, contamos con 5 mil millones de reservas probadas sin desarrollar, 15 mil millones de probables y otro tanto de posibles, por lo que afirmar que pronto nos quedaremos sin petróleo es, por lo menos, alarmista. La actividad petrolera es de largo plazo (30 años); Cantarell inició en los 70, siguió Abkatum-Pol-Chuc y, a fines de los 80, Ku-Maloob-Zaap. Por ello se requieren actividades continuas y simultáneas y, por supuesto, recursos para la exploración y desarrollo; no se vale pregonar que en el sexenio pasado Pemex invirtió 60 mil millones de dólares (mmdd) sin decir cuánto se destinó al pago de Pidiregas y a otras áreas, y que la mayor parte de lo asignado fue para mantener el ritmo de explotación y cumplir los compromisos de exportación, relegando la exploración; la insuficiente tasa de restitución de reservas así lo demuestra.

De los recursos prospectivos, 29 mil millones se ubican en el Golfo de México profundo; de ellos, dos tercios están en tirantes superiores a mil 500 metros. Pemex cataloga como aguas profundas los tirantes de agua —distancia entre la superficie y el suelo marino— superiores a 500 metros, pues a partir de dicha profundidad la exploración y producción se complica grandemente. Desde 2004, Pemex inició exploraciones en el Golfo de México B, perforando cuatro pozos con tirantes cercanos a mil metros. También fueron enviados a distintas partes cerca de 70 técnicos a capacitarse in situ en prácticas operativas y en tecnología de aguas profundas.

Sería relevante conocer la localización de los 20 mil millones de barriles de aguas ultraprofundas, ya que si se encuentran en el área de Largo Perdido, conforme experiencias en el lado norteamericano, los tirantes son superiores a 2 mil 400 metros y otro tanto de perforación, por lo que las dificultades exploratorias se multiplican, así como los costos y riesgos; además, es paso de huracanes (Katrina y Rita) que dañaron plataformas e instalaciones petroleras causando pérdidas por más de 30 mmdd.

Eventualmente desarrollaremos los recursos prospectivos de aguas ultraprofundas; tendrá que ser paulatinamente, sin correr riesgos innecesarios ni aventurar recursos. Es una actividad de largo plazo, por lo que comprometer una plataforma de producción para el corto plazo con base en estos recursos es riesgoso, por la complejidad geológica y tecnológica de este tipo de proyectos, que requieren grandes montos de inversión y largos periodos de maduración, como lo prueban las vicisitudes de las multinacionales para obtener la producción actual en el lado norteamericano. Suponer que una multinacional, por el hecho de serlo, puede hacer milagros es utopía; además, arriesgaríamos sobreexplotar y acabar con los yacimientos que se descubrieran, como ha sucedido.

Antes debemos invertir simultáneamente en campos ya conocidos, con reservas probadas, probables y posibles, que requieren menos recursos; habría menor riesgo y se cuenta con recursos tecnológicos y humanos y el apoyo de compañías que han venido trabajando en dichas áreas. Esto permitiría duplicar en plazo razonable las reservas probadas actuales, extendiendo la plataforma de producción y exportación, y dándonos más tiempo y mejores condiciones para desarrollar los yacimientos en aguas profundas. Además, debe intensificarse la exploración, principalmente en el sureste, donde existen 18 mil millones de barriles en tierra y aguas someras, en cuencas similares a las que permitieron el descubrimiento de los grandes campos en el pasado, y cuyos costos, riesgos y tiempo son menores que los de aguas profundas.

Por ello no compartimos la interesada desinformación de que la salvación está en aguas profundas, donde aseguran se encuentran fabulosos yacimientos, sin dar fuentes de información, y menos con contratos de riesgo disimulados; ya llegaremos a ellas, pero a nuestro ritmo y conveniencia. ¿Para qué precipitarnos en dudosas aventuras? ¿Qué existe atrás? ¿Qué no han querido revelar?

EL UNIVERSAL, 4 marzo, 2008.- http://bit.ly/ca6JTL

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+ La liga histórica entre petroprecios y conflictos bélicos

+ El tránsito letal de un Pemex fuerte a uno desmantelado

+  Cumplir contratos privados  restringe capacidad de la CFE

PERO QUÉ NECESIDAD

Francisco Rojas

 La posesión del petróleo ha desatado siempre feroces bretes. Desde los inicios de los 70, con la guerra del Yon Kipur, se agudizó la liga entre alzas y disminuciones en el precio del hidrocarburo y los conflictos bélicos, principalmente en Medio Oriente. Algunos países exportadores aislaron la abundancia de divisas y propiciaron un crecimiento equilibrado; los más no supieron administrar la abundancia y, cuando el ciclo cambió, se deterioraron sus economías.

Las petroleras internacionales se adaptaron: cambiaron el tradicional modelo vertical del pozo a la gasolinera, organizándose por subsidiarias. Desarrollaron habilidades comerciales y acrecentaron sus refinerías y petroquímicas, de donde derivan actualmente sus mayores ganancias.Los países desarrollados impulsaron las energías nuclear, eólica y solar y la investigación sobre energías alternativas y combustibles limpios; también aplicaron programas de ahorro de energía, sin reducir sustancialmente el consumo. A partir de las décadas de los 80 y 90 se encadenaron sucesos como la caída del muro de Berlín, el Consenso de Washington y la ola de privatizaciones, poniéndose de moda denostar a las empresas públicas, acusándolas de ineficientes y corruptas.México se sumó al nuevo orden, con sonados descalabros en las privatizaciones. En el ramo energético se ajustaron instrumentos de evaluación para demostrar que perdía y, amparados en restricciones presupuestales, no se construyeron refinerías, no se mantuvieron ductos y terminales; se despidió personal calificado, se frenó la investigación y el desarrollo tecnológico; y se privilegió la producción de crudo para exportar y a los productores independientes de electricidad, alegando falta de recursos.Ahora importamos petrolíferos; los ductos y terminales están dañados; se restringe el uso de la capacidad instalada de la CFE para cumplir contratos privados, en tanto se importa gas para continuar con su programa de expansión; se sobreexplotaron los yacimientos y se descuidaron las reservas por cumplir compromisos de abasto; etcétera.Nuestro sistema de refinación no se ha ampliado, compra forzosamente el crudo que le vendan, sin descuentos especiales a pesar de ser el mejor cliente, apoya con almacenajes redundantes las fluctuaciones de producción o de mercado del crudo, tiene obligadamente que abastecer de combustibles al país, padece el oneroso esquema fiscal y Hacienda le fija los precios.Estamos en la etapa de precios petroleros altos; las empresas estatales poseen 90% de las escasas reservas y quieren mayores beneficios; las energías alternativas no pesarán antes de 30 años, a menos que ocurra una revolución tecnológica. Hay una ola de nacionalismo petrolero y los países industrializados defienden lo que consideran sus recursos estratégicos.Vamos a contracorriente; las soluciones propuestas tienen un rancio olor a Thatcher y Reagan y parecen atadas a compromisos políticos, ideológicos o económicos.Se pretende que los privados construyan refinerías; si esto se diera, los inversionistas seleccionarían las mejores localizaciones, adquirirían el crudo que necesiten, producirían lo más rentable, venderían a precios de mercado donde les convenga, no estarían atados a los resultados de otra empresa del grupo, no se comprometerían al abastecimiento interno en situaciones desventajosas y pagarían impuestos razonables como cualquiera. Su objetivo sería obtener la más alta rentabilidad en el menor tiempo posible; si fueran obligados a aceptar limitaciones en los supuestos anteriores, seguramente exigirían compensaciones en forma de semimonopolios de productos o regiones y negocios aguas abajo, como gasolineras y sistemas de transportación.México requiere dos o tres refinerías para abatir la importación de combustibles y recursos para mantener ductos y terminales. Dichas refinerías deben incluir un esquema amplio que utilice los productos de la refinación para la generación eléctrica y se libere gas para la petroquímica y la inyección de pozos, donde se justifique.Pemex sí tiene recursos, pero no lo dejan invertirlos por mantener el equilibrio presupuestal y la carátula financiera; las recientes reformas fiscales le dejaron disponibilidades por más de 150 mil millones de pesos, suficiente para pagar de contado dos refinerías; para este año estima obtener adicionalmente 130 mil millones de pesos, cuyo monto crecerá durante el sexenio.Si no se dieran a Refinación las prebendas que se darían a los privados, se le condenaría a la obsolescencia y desaparición paulatina, como pasó con la petroquímica. Para ello no necesita “privatizarla” ni “vender ningún fierro”.Nuestro mercado interno es importante; ¿qué necesidad hay de regalarlo? Existen soluciones tecnológicas disponibles, igual que recursos; Pemex siempre ha sabido construir refinerías y ductos; sólo se requiere un enfoque integral y una visión de largo plazo. Bienvenida la iniciativa privada para colaborar, no para que operen por nosotros; ¿o es que ya nos declaramos fracasados? EL UNIVERSAL, 7  febrero, 2008.- http://bit.ly/alZc9m

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